Cómo decimos siempre que podemos, la gestión local gira en torno a un calendario fijo de fechas festivas que marcan la actividad por encima de las intenciones de cualquier gobierno y su política. Nada es más planificable que la gestión de un gobierno local de una ciudad pequeña o mediana, incluida la fecha del final de la legislatura de la alcaldía, cada cuatro años a finales de mayo todo termina y todo empieza de nuevo.
¿Qué toca hacer ese año para dejar claro a los vecinos que merece la pena confiar en nuestro gobierno?
Daniel Kanheman psicólogo social, premio nobel de economía, nos deja en su obra de divulgación “Pensar rápido, Pensar despacio”, multitud de experimentos sociales en los que estudia la utilidad de las experiencias vitales a través del tiempo y, en muchos de ellos, nos encontramos con que a menudo nuestra valoración de un evento o experiencia personal queda determinada por lo que nos haya ocurrido en los últimos instantes de esa experiencia.
Si por ejemplo acudimos a un concierto de música clásica y todo transcurre de forma perfecta, emotiva y ordenada durante el 99% del tiempo pero en el momento final del concierto, suena un teléfono móvil interrumpiendo el clímax de la interpretación, cuando nos pidan nuestra opinión sobre el concierto la calificaremos como un desastre, obviando que la mayor parte del tiempo fue una experiencia deliciosa.
Es fácil aplicar esto a una legislatura en el ámbito local: darán igual nuestros esfuerzos durante la pandemia, las obras e infraestructuras realizadas, la mejoría de los servicios públicos, la magnífica programación de las últimas fiestas patronales… Gran parte de nuestros electores nos juzgarán y tomarán su decisión de voto por sus últimas experiencias…
Entonces… ¿basta con gobernar bien el último año? En realidad sí. Pero no solo con gobernar bien, es crucial que ese buen gobierno se conozca y se cuente no solo por los medios tradicionales y/o digitales, sino especialmente por los vecinos y vecinas, pues todos los estudios demuestran que la capacidad de influencia de un igual en la toma de decisiones supera con creces cualquier comunicación externa, pero eso es objeto de otro post.
Lo prometido es deuda y aquí dejamos nuestros cinco consejos o ideas en este último año.
Cinco ideas para los alcaldes y alcaldesas:
- Sé auténtico, no pretendas fabricar una personalidad cercana y próxima si te has tirado tres años comportándote como un gestor metido en el despacho.
- Sonríe, Gutiérrez Rubí en su libro Micropolítica tiene un capítulo que dice “los tristes no ganan elecciones” sé optimista, pero no un aventurero.
- Sé cercano. El contacto personal con la ciudadanía no tiene competencia en materia comunicativa, y hay muchas formas de mantener esa cercanía: redes sociales, cartas, publicaciones, visitas, llamadas…
- Pide disculpas, si te equivocas, si has cometido un error, si tienes muchas quejas por algo que has hecho, pide perdón. Todo el mundo se equivoca pero sólo los soberbios se niegan a aceptarlo.
- Cuenta y repite hasta la saciedad todo lo que estás haciendo, no tengas miedo en parecer cansino ni en repetirte, cuéntalo por tierra, mar y aire, pero no solo en los medios de comunicación tradicionales, si tu localidad es pequeña Facebook sigue siendo la principal herramienta de comunicación (ya veremos por cuánto tiempo) aunque como te decíamos nada sustituye a la comunicación directa.
Y una de regalo: sé Alcalde de todos, no solo de los que te votan, otra cosa bien distinta es que no debes esperar el voto de todos pero tener su simpatía te hará ser más feliz y los alcaldes felices gobiernan mejor.
Además os dejamos aquí un enlace a una entrada anterior de nuestro blog de SEOPolítica que nunca está mal recordar: Los diez mandamientos del buen Alcalde o Alcaldesa…